Emprendedores
Son jóvenes, decididos y
dispuestos a construir empresas a pesar de las
adversidades y malos escenarios…
Cuando muchos empresarios
veteranos y conocedores están evaluando si hacen o no las maletas para salir
del país, u otros están viendo oportunidades en el exterior para protegerse del
riesgo-país, hay un creciente grupo de muchachos y muchachas vendiendo sus
carros, sacando sus ahorros, fastidiando a padres, tíos y amigos con
solicitudes de préstamos, hipotecando apartamentos y, en fin, haciendo un
enorme esfuerzo para montar un negocio.
¿Por qué ocurre este fenómeno
que, en sana lógica, no es fácilmente explicable? La respuesta no puede estar
en la apelación determinista de la “confianza en Venezuela”, o en la poética
persecución de un sueño. Hay, de hecho, razones concretas para emprender en el
país.
Las dificultades son enormes,
pero cuando se habla con emprendedores aparecen algunas ideas a considerar:
• La primera es que Venezuela es
un mercado con muchas necesidades insatisfechas, mala cultura de servicio,
escaso desarrollo en aplicación de soluciones tecnológicas, más allá de las
relacionadas con Telecomunicaciones, escasa competencia en muchos sectores
económicos, por lo que, en consecuencia, existen muchas oportunidades
capitalizables.
• Lo segundo es que, a pesar de
las dificultades macroeconómicas, regulatorias y de la escasa seguridad
jurídica, las tasas de retorno que prometen algunos negocios, especialmente de
comercio y servicios, son muy atractivas; es decir que, en Venezuela, cuesta
tener éxito, pero este se recompensa muy bien, aunque esta situación tiende a
cambiar por las nuevas condiciones laborales, entre otros factores.
• La otra historia es que la
“fuga de talentos” ha perdido encanto. A pesar que más de 1.000.000 de jóvenes
profesionales han abandonado el país, y este flujo de salida no se detiene,
para muchos jóvenes la opción de irse no es tentadora, porque los principales
destinos son países en crisis, hay más conocimiento sobre las dificultades de
adaptación e incorporación a mercados de trabajo y, en última instancia, si lo
que se quiere es montar un negocio propio, lo lógico es equivocarse en casa,
donde siempre hay opciones de salida.
La Revista GERENTE presenta
11 casos de emprendedores que, en su mayoría, han contado con el apoyo de
empresas e instituciones que antes se conocían como “incubadoras” y ahora se
les llama “aceleradoras”, aunque, en el caso venezolano, la primera denominación
parece justificarse más.
Estas incubadoras o aceleradoras
se encargan de aportar capital, pero también asesoran, acompañan, forman,
apoyan la formalización y encaminan los negocios que gestionan hasta una etapa
de arranque efectivo.
En este grupo hay empresas
privadas, instituciones educativas, fundaciones y hasta bancos. Lo importante
aquí es que estas entidades han entendido que emprender no es un simple
problema de conseguir capital, contar hasta 10 y arrancar. Hay que meterle gerencia,
y de la buena, para hacer que baje ese índice de mortalidad de 98% que afecta a
los emprendimientos antes de su tercer año de actividad.
En Venezuela, el fenómeno del
emprendimiento es muy diverso y la verdad es que menos de 5% de los nuevos
negocios (no necesariamente sinónimo de empresas) se crea con un plan orgánico
y asesoría adecuada.
Sin embargo, la economía
informal, donde el emprendimiento anida con mayor fuerza, no es para nada
insignificante, ya que va mucho más allá de la buhonería, que, en realidad,
representa cerca de 20% de la informalidad en el país.
Así que para las incubadoras –o
aceleradoras- Venezuela es un territorio más que fértil, y el tamaño de su
potencial se pierde de vista. El problema básico son las políticas públicas
que, lamentablemente, conspiran contra esta juventud emprendedora que, a pesar
de los malos augurios y escenarios, se empeña en hacer empresa.
Fuente: http://www.gerente.com
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